Bitácora

31 de octubre de 2020

Radiance


 

¿Alguna vez has observado a alguien que no sabe que le observas?

Una anciana sentada en un autobús,
o niños que van al colegio.
¿Has visto ese resplandor que les invade?

- As Good as It Gets (1997)

 

He corrido mucho últimamente

y he llegado a la meta,
he conseguido mi sueño,
soy feliz,
¿lo parece?


Yo, que quería tenerlo todo
ahora sobrevivo en las cenizas
y respiro a bocanadas el humo,
dejo que entre en mis pulmones...
y los quema, sí
pero es que es imposible encontrar mayor placer
en un mundo calcinado desde los cimientos.

Me he adaptado a vivir aquí,
en el paraíso de la nada,
en este lugar recóndito,
en el hogar de los sentimientos y las emociones vacías. 
 
Os diría que también se le conoce
como el hogar de la tristeza y la soledad.
Pero no sería cierto.
Aquí solo vivimos los que no sentimos nada.
Cuánto daría a veces por sentir una lágrima,
tímida
pero sincera,
cruzando mis ojos. 
 
Me he dejado ir, en parte.
Dicen que eso no es malo,
que simplemente dejé caer el peso que me sobraba,
que dejé atrás esos sentimientos que me destrozaban,
que maduré,
y que ya no me dejo llevar tanto por emociones fugaces.
 
Yo, que encontré la paz que buscaba 
y luego dejé que me la arrebataran.
No por mi culpa, esta vez.
Fue el mundo entero el que decidió
echarse a arder por sí solo.

Diría que todos seguimos preguntándonos
qué cojones podríamos haber hecho para evitarlo.

Ahora ya solo levanto mi copa,

la derramo al suelo,
respeto la distancia de seguridad,
y sigo esperando por aquellos que nunca vinieron.

“póngame otra cerveza”

No os voy a engañar,

en el fondo siempre me he forzado a pensar
que había alguna chica ahí fuera,
¿esperándome?
 o al menos compatible conmigo y bla bla bla.

Siempre pensé que algún día la conocería,
que no existe solo en mi cabeza.
Ahora me da miedo no llegar a verla nunca,
me da miedo poder vivir sin ella,
porque eso significa que voy a dejar de buscarla. 
 
Creo que incluso estoy perdiendo las ganas,
o las estoy apagando poco a poco
dejando que se ahoguen en el humo.
Y me da cada vez más miedo esto de apagar emociones
pero creo que vivo mejor así,
quizá porque es necesario mantenerse un poco frío,
especialmente ahora que el mundo entero está ardiendo.
 
 
Pero entonces salgo
y veo ese resplandor en sus caras,
se dan la mano y sonríen,
se besan,
alguien susurra algo al oído,
se van a dormir,
se dan mimos,
se acarician el pelo.
 
Ellos dicen que se aman,
yo solo siento un fuego que arde dentro de ellos
un brillo que eclipsa al mundo entero,
en ese momento son infinitos.


No sé si llegaré a participar algún día

en esa obra de teatro...
  
... tampoco sé si la vida
 merecerá la pena
 sin hacerlo.


Y cuando vuelvo a la que ahora es mi casa

veo el brillo en su cara,
escucho su risa,
me roza el brazo,
empezamos a hablar,
me guiña el ojo,
me pone la mano en la pierna,
se me eriza el vello,
siento un pinchazo en el corazón
un fogonazo de calor que me inunda el estómago,
me doy el privilegio de sentirlo por un momento
y luego dejo que se acabe.
No necesito más,
creo. 

 

Me mantengo frío.


Me basta con rozarlo.


 
Rozamos a diario las cosas que deseamos.
Las tocamos,
conocemos tan bien su tacto
como el nuestro propio.

Y eso nos produce verdaderos escalofríos.


Pasamos al lado de lo que amamos,
nos miramos las caras con todo aquello
que esperamos tener en las manos algún día,
 
sabemos cómo duele la nostalgia
de algo que nunca hemos tenido.

 

 

 

 

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