Bitácora

20 de abril de 2015

Un adolescente que se vuelve loco y mata a su profesor

Un adolescente que se vuelve loco y mata a su profesor. Titular de las noticias de la tarde.


Me gustaría poder preguntar que es realmente eso a lo que llamamos ''estar loco''. Durante toda mi vida he visto la llamada ''locura'' como el verdadero final, el último pozo oscuro al que te acaba llevando la desesperanza y el sufrimiento, el fin de la razón, para dar paso al sinsentido y al fin de las limitaciones psicológicas. Siempre he visto la locura como la última frontera que no debo traspasar. Y sin embargo, la locura está ahora más cerca que nunca. Noto como aquellas limitaciones que todo ser humano pone a sus actos van cayendo día tras día y cada vez uno es más capaz de traspasar las fronteras de la locura para ver el mundo de manera diferente.


Aquel chico de 15 años que veía en su futuro la esperanza de la salvación ha ido muriendo para dejar paso a un loco. Alguien que cada vez tiene menos miedo a las consecuencias, y por cuya mente se pasan ideas descabelladas que rápidamente serían descartadas en cualquier mente racional, pero que en una mente torturada por el sufrimiento y libre de los típicos prejuicios morales, tienen mucho sentido.


Ese adolescente de la noticia, de 13 años de edad, que ha matado a su profesor y apuñalado a tres compañeros de clase, era tímido y reservado, a veces invisible en clase, como un fantasma que pululaba por los pasillos de su instituto mientras su negro corazón se llenaba de odio y desesperanza, un odio que ha acabado por romper las limitaciones de la estúpida moral y ha conseguido permitir a esa mente atormentada lograr su venganza contra el mundo. 


Entiendo que uno acabe matando gente, porque cuando hay locura no hace falta justificación de nada. Es inútil una búsqueda policial de razones psicológicas baratas que probablemente vienen de muy atrás y que poca solución tendrán ya.


No hay mayor enemigo que la mente de uno mismo, y mi mente está muy atormentada. A veces dejo de vivir por unos momentos para encerrarme en mi propia mente y perder la noción del tiempo por unos instantes. Llega un momento en el que el sufrimiento que traen los deseos perdidos y los sentimientos tóxicos del día a día es tan fuerte, que la solución es encerrarse en uno mismo y aislarse del mundo para dejar de sentir. Y en ese momento en el que estás aislado te encuentras contigo mismo, y da miedo, porque te das cuenta de lo solo que estás, de que no te soportas a ti mismo, de que te has encerrado tú solito en tu mente y ya no puedes salir. Pero la alternativa es el mundo exterior, y el mundo exterior duele. Porque hay un sentimiento en especial que tengo que reprimir, y llevo mucho tiempo en esta lucha contra lo que uno mismo siente, y poco a poco ya no se quien soy, ni donde estoy, ni adonde voy. Ni siquiera se si debería ir a algún sitio.



Y quizá si sigo por este camino, acabe siendo yo también el loco, si es que no lo soy ya. Solo deseo, solo pido,que el mundo haga algo. Porque nadie se vuelve loco si es medio feliz. No se vuelve uno loco si le dan al menos una pequeña porción de lo que desea. Que acabe el sufrimiento, la indiferencia, las miradas por encima del hombro, los comentarios orgullosos, la amistad que debería ser amor verdadero, las risas desde la puerta de enfrente, la felicidad que comparten los del banco de al lado. Y que llegue al fin algo de pasión, algo de admiración, algo de generosidad, alguna mirada de respeto, y un poco, aunque sea solo un poco, de amor pasional sincero y verdadero.
Por favor.