Bitácora

31 de mayo de 2015

El fin de la oscuridad

Es sorprendente observar atónito como evolucionas mientras ves pasar ante tus ojos horas, días, décadas. Y aunque las cosas no oscilan ni giran, ni tampoco cambia mi mundo de repente, lo cierto es que los meses van pasando y yo prácticamente ni me doy cuenta. Mis entradas nacen de momentos de abandono, de momentos de infinitas dudas y de momentos en los que lo real y lo lógico se desfigura y se transforma para encontrarme con que lo que parece real son solo delirios momentáneos de truncada desesperación.

Pero como digo, han pasado meses, y la luz del Sol brilla de nuevo sobre la playa abarrotada, las clases han ido pasando y desapareciendo hasta que finalmente ha llegado mi último paseo por los pasillos abarrotados pero vacíos de mi sórdido pero amado instituto. Y ahora de repente llega un cierto torrente de felicidad inesperada, y logros académicos, y reconocimiento social, y finalmente admiración, de esa que algunos egocéntricos desgraciados mendigamos tanto.

Durante el transcurso de los meses he llegado a crecer tanto que no me contengo en mí mismo, alegría y felicidad parecen por momentos premios reales y posibles al alcance de mi propia mano. Y ha habido incluso algún día en el que el mundo parecía confabularse para darme gran parte de lo que yo quería. Sí, existen esos días.

Y entonces descubres que no se pueden cambiar los problemas de uno, pero sí el modo de confrontarlos. El chico que hace no mucho nadaba en el negro pozo de la negatividad y se hundía y se moría por dentro mientas ansiaba la gloria del pasado perdido, sí, aquel chico ha cambiado y se ha convertido en una experiencia, en un recuerdo, en un ejemplo a evitar.

Las personas sin duda cambiamos, y a veces parece que puede ser a mejor. La clave al final estuvo en respetar el pasado de uno mismo, en aceptar lo que pudo ser y no fue, en hacerse responsable de las decisiones que uno tomó. Desterrar el arrepentimiento, que no es otra cosa que el deseo de volver en el tiempo a cambiar tu decisión. Decidiste y luchaste por algo. Quizá no estuvo bien pagado. Pero quedó el recuerdo del error, y también el recuerdo de los grandes momentos infinitos, que aunque acabaron en amargura y desesperanza, durante un par de segundos fueron enormes, geniales, simplemente infinitos.

Ahora queda una vida entera ( o casi entera) por delante, empezando por un verano que quizá traiga pasión y algún que otro momento único más. En caso contrario, seguirá siendo un verano único por todo lo que representa. Y el futuro tras el verano se siente fresco, desafiante, nuevo, insólito, pero sobre todo, mío.




Nota*: Si hay alguien por ahí en la sombra que realmente me lee y se interesa por lo que escribo, que esta entrada quede como una confirmación para todos aquellos que me dijeron que hay que enfrentarse a la oscuridad de uno mismo y al propio pasado. Pero no quiero que este sea el fin de este blog nacido de la oscuridad, y ahora que llega un verano más, los textos se seguirán sucediendo de vez en cuando, no se de qué ni por qué. Y si bien es cierto que se me hizo muy fácil hacer arte literario escribiendo sobre las cosas más horribles de uno mismo, quizá me acabe lanzando a intentar escribir de vez en cuando algo igualmente bueno pero con una temática diferente, menos oscura, más positiva. Y eso sí que será un verdadero reto.