Bitácora

25 de noviembre de 2015

18 minutos de verdad

Salta a la lona el héroe desnudo y todos ven lo que hay debajo de la máscara que ya no es máscara porque ya no quedan mentiras. No quedan mentiras que contar porque no hay nadie que las escuche, y no se puede ser más sincero que un mentiroso que no tiene a quien mentir. Parece que las paredes se retuercen y se caen mientras el techo asfixia y ciega. En realidad no. Es solo que hay fiesta en la planta de arriba.

Los libros y papeles sobre la mesa están llenos de números y letras y signos extraños que se difuminan y se esconden entre la tinta, esperando que el mentiroso que no puede mentir descifre, piense, entienda y razone. Porque el día empieza razonando y acaba razonando, y mientras razona el héroe en la lona olvida que hay algo más que las letras indescifrables de los papeles. Parece que todos tienen claro quiénes son, porque lo contrario es mostrar debilidad, y todos odian a los débiles.

En realidad son solo unos mentirosos tan experimentados que son capaces de mentirse a sí mismos. Y cuando te mientes a ti mismo y te lo crees, dejas de ser como realmente eres y empiezas a ser como te dices a ti mismo que tienes que ser. Y todos los héroes del mundo no son héroes en realidad, solo mentirosos tan buenos que llegaron a engañarse a sí mismos. Que nos ahogue la mentira entonces.

Es ahora cuando en un mundo de mentirosos un mentiroso que ya no miente queda expuesto como lo que realmente es. Y es en ese momento, justo cuando muere la imagen de quién parecía que era, cuando todo lo que una vez deseó ser se consume. Porque ver la pureza de la verdad en una expresión da asco. Y miran para otro lado. Porque a veces, si miras para otro lado, te encuentras con esa sonrisa. Esa sonrisa que ahora sabes que es mentira, pero dios sabe que no hay nada que nos parezca más verdadero.

17 de octubre de 2015

La ciudad encantada

Levantarte temprano y ver en el balcón el reflejo opaco de la ciudad encantada que todos los días madruga aún mas que tú para darte la bienvenida al alba.

Me gusta esta ciudad. No es cálida ni acogedora, pero es emocionante, preciosa, nueva. Sumergirte por la mañana en el mundo de la ciencia. Emborracharte y morir cada noche. Intentar renacer cada mañana.

Solo se respira juventud cuando andas por las calles. Los viejos se fueron, quizá de vacaciones, para nunca volver a esta tierra de pasiones efímeras y de sentimientos prematuros que mueren jóvenes.

Y yo amo estos sentimientos prematuros, tan intensos, tan especiales. Seguro que alguien reconocido dijo alguna vez que más valen los dos meses de pasión de la pareja adolescente de la esquina, que los treinta años de falso amor que comparten esos viejos a los que muchos llaman padres y abuelos.

Y ese aroma a juventud que se respira por las mañanas va creciendo para transformarse en puro éxtasis por la noche. Cada noche es la noche, porque en esta ciudad de ciencia y saber no se vive para aprender, tampoco se vive para el mañana, ni tampoco se busca crear, construir, crecer. En esta ciudad se vive para el instante, se vive para el segundo único, se vive para encontrar el momento eterno.

Y por eso yo, cazador de momentos, mendigo de instantes, buscador de segundos, por eso yo vivo, ahora mismo, en esta ciudad.

16 de septiembre de 2015

Para las paredes

Y el chico se acercó a la chica, y le dijo:

-¿Te acuerdas de aquella tarde de agosto, en aquel restaurante? Te vi hablando por whatsapp con ''Él'', y al fin lo entendí todo.

''Él'' siempre fue tu chico, porque te criaste con él, creciste con él, y poco a poco te enamoraste de él para siempre. Me lo dejaste muy claro: Sabías que tu primera vez tenía que ser con ''Él''. Y aunque no estéis juntos y él no quiera nada serio contigo, tú siempre estarás ahí, esperándole. Estudiarás tu carrera, tocarás tu música, beberás y te emborracharás. Incluso saldrás con otra gente y tendrás otros novios, pero nunca llegará a nada, porque en tu interior sientes que eres suya. Algún día, con el paso de muchos años, a él le dará el venazo de casarse y tener hijos,y volverá a ti para ser por fin solo tuyo. Y tú que estuviste ahí, siempre esperando, obtendrás al fin lo que tanto deseas.


Y yo estudiaré también, saldré y me emborracharé, y quizá alguna noche me enrolle con una o dos, pero nunca habrá nada más, porque al final de la noche siempre me vendrá tu imagen a la mente. Y de vez en cuando te encontraré, tan felizmente sentada en el asiento de algún autobus, y volveré a enamorarme de ti como la primera vez. Pero siempre sabré que nunca serás mía, porque aunque tú estés cerca, sonriendo y mirándome con esos ojos, yo sabré que tu corazón le pertenece a ''Él''.

Porque ahora por fin, después de tanto tiempo, he comprendido, que en realidad nunca fui yo.

Siempre fue, y siempre será, solo ''Él''.





Nota*: Sí, se que no he escrito nada en verano. Mil perdones, pero supongo que de todas formas nadie me lee, así que es como si hablara con las paredes. Para ellas va entonces esta entrada, que es prácticamente lo único que he escrito este verano. Como ya dije ''Mis entradas nacen de momentos de abandono, de momentos de infinitas dudas y de momentos en los que lo real y lo lógico se desfigura y se transforma para encontrarme con que lo que parece real son solo delirios momentáneos de truncada desesperación.'' Solo he tenido un momento así este verano, he aquí el resultado.En esta entrada no hay calidad literaria, solo un sentimiento, muy fuerte, puro y sincero. Se que hay gente que también valora esto último.

Quizá siga escribiendo. Si estoy equivocado, y me dirijo a algo más que a las paredes, a ese querido y extraño lector de las sombras, mis más sinceras gracias.

31 de mayo de 2015

El fin de la oscuridad

Es sorprendente observar atónito como evolucionas mientras ves pasar ante tus ojos horas, días, décadas. Y aunque las cosas no oscilan ni giran, ni tampoco cambia mi mundo de repente, lo cierto es que los meses van pasando y yo prácticamente ni me doy cuenta. Mis entradas nacen de momentos de abandono, de momentos de infinitas dudas y de momentos en los que lo real y lo lógico se desfigura y se transforma para encontrarme con que lo que parece real son solo delirios momentáneos de truncada desesperación.

Pero como digo, han pasado meses, y la luz del Sol brilla de nuevo sobre la playa abarrotada, las clases han ido pasando y desapareciendo hasta que finalmente ha llegado mi último paseo por los pasillos abarrotados pero vacíos de mi sórdido pero amado instituto. Y ahora de repente llega un cierto torrente de felicidad inesperada, y logros académicos, y reconocimiento social, y finalmente admiración, de esa que algunos egocéntricos desgraciados mendigamos tanto.

Durante el transcurso de los meses he llegado a crecer tanto que no me contengo en mí mismo, alegría y felicidad parecen por momentos premios reales y posibles al alcance de mi propia mano. Y ha habido incluso algún día en el que el mundo parecía confabularse para darme gran parte de lo que yo quería. Sí, existen esos días.

Y entonces descubres que no se pueden cambiar los problemas de uno, pero sí el modo de confrontarlos. El chico que hace no mucho nadaba en el negro pozo de la negatividad y se hundía y se moría por dentro mientas ansiaba la gloria del pasado perdido, sí, aquel chico ha cambiado y se ha convertido en una experiencia, en un recuerdo, en un ejemplo a evitar.

Las personas sin duda cambiamos, y a veces parece que puede ser a mejor. La clave al final estuvo en respetar el pasado de uno mismo, en aceptar lo que pudo ser y no fue, en hacerse responsable de las decisiones que uno tomó. Desterrar el arrepentimiento, que no es otra cosa que el deseo de volver en el tiempo a cambiar tu decisión. Decidiste y luchaste por algo. Quizá no estuvo bien pagado. Pero quedó el recuerdo del error, y también el recuerdo de los grandes momentos infinitos, que aunque acabaron en amargura y desesperanza, durante un par de segundos fueron enormes, geniales, simplemente infinitos.

Ahora queda una vida entera ( o casi entera) por delante, empezando por un verano que quizá traiga pasión y algún que otro momento único más. En caso contrario, seguirá siendo un verano único por todo lo que representa. Y el futuro tras el verano se siente fresco, desafiante, nuevo, insólito, pero sobre todo, mío.




Nota*: Si hay alguien por ahí en la sombra que realmente me lee y se interesa por lo que escribo, que esta entrada quede como una confirmación para todos aquellos que me dijeron que hay que enfrentarse a la oscuridad de uno mismo y al propio pasado. Pero no quiero que este sea el fin de este blog nacido de la oscuridad, y ahora que llega un verano más, los textos se seguirán sucediendo de vez en cuando, no se de qué ni por qué. Y si bien es cierto que se me hizo muy fácil hacer arte literario escribiendo sobre las cosas más horribles de uno mismo, quizá me acabe lanzando a intentar escribir de vez en cuando algo igualmente bueno pero con una temática diferente, menos oscura, más positiva. Y eso sí que será un verdadero reto.

20 de abril de 2015

Un adolescente que se vuelve loco y mata a su profesor

Un adolescente que se vuelve loco y mata a su profesor. Titular de las noticias de la tarde.


Me gustaría poder preguntar que es realmente eso a lo que llamamos ''estar loco''. Durante toda mi vida he visto la llamada ''locura'' como el verdadero final, el último pozo oscuro al que te acaba llevando la desesperanza y el sufrimiento, el fin de la razón, para dar paso al sinsentido y al fin de las limitaciones psicológicas. Siempre he visto la locura como la última frontera que no debo traspasar. Y sin embargo, la locura está ahora más cerca que nunca. Noto como aquellas limitaciones que todo ser humano pone a sus actos van cayendo día tras día y cada vez uno es más capaz de traspasar las fronteras de la locura para ver el mundo de manera diferente.


Aquel chico de 15 años que veía en su futuro la esperanza de la salvación ha ido muriendo para dejar paso a un loco. Alguien que cada vez tiene menos miedo a las consecuencias, y por cuya mente se pasan ideas descabelladas que rápidamente serían descartadas en cualquier mente racional, pero que en una mente torturada por el sufrimiento y libre de los típicos prejuicios morales, tienen mucho sentido.


Ese adolescente de la noticia, de 13 años de edad, que ha matado a su profesor y apuñalado a tres compañeros de clase, era tímido y reservado, a veces invisible en clase, como un fantasma que pululaba por los pasillos de su instituto mientras su negro corazón se llenaba de odio y desesperanza, un odio que ha acabado por romper las limitaciones de la estúpida moral y ha conseguido permitir a esa mente atormentada lograr su venganza contra el mundo. 


Entiendo que uno acabe matando gente, porque cuando hay locura no hace falta justificación de nada. Es inútil una búsqueda policial de razones psicológicas baratas que probablemente vienen de muy atrás y que poca solución tendrán ya.


No hay mayor enemigo que la mente de uno mismo, y mi mente está muy atormentada. A veces dejo de vivir por unos momentos para encerrarme en mi propia mente y perder la noción del tiempo por unos instantes. Llega un momento en el que el sufrimiento que traen los deseos perdidos y los sentimientos tóxicos del día a día es tan fuerte, que la solución es encerrarse en uno mismo y aislarse del mundo para dejar de sentir. Y en ese momento en el que estás aislado te encuentras contigo mismo, y da miedo, porque te das cuenta de lo solo que estás, de que no te soportas a ti mismo, de que te has encerrado tú solito en tu mente y ya no puedes salir. Pero la alternativa es el mundo exterior, y el mundo exterior duele. Porque hay un sentimiento en especial que tengo que reprimir, y llevo mucho tiempo en esta lucha contra lo que uno mismo siente, y poco a poco ya no se quien soy, ni donde estoy, ni adonde voy. Ni siquiera se si debería ir a algún sitio.



Y quizá si sigo por este camino, acabe siendo yo también el loco, si es que no lo soy ya. Solo deseo, solo pido,que el mundo haga algo. Porque nadie se vuelve loco si es medio feliz. No se vuelve uno loco si le dan al menos una pequeña porción de lo que desea. Que acabe el sufrimiento, la indiferencia, las miradas por encima del hombro, los comentarios orgullosos, la amistad que debería ser amor verdadero, las risas desde la puerta de enfrente, la felicidad que comparten los del banco de al lado. Y que llegue al fin algo de pasión, algo de admiración, algo de generosidad, alguna mirada de respeto, y un poco, aunque sea solo un poco, de amor pasional sincero y verdadero.
Por favor.

11 de enero de 2015

Pero una vez gané

Las cartas se reparten, y vuelvo a perder. ¿Quién será ese desagradecido, desalmado crupier? Yo creo que primero mira la cara del jugador, y luego reparte. Primero lo inspecciona, estudia su alma, y luego reparte.


O quizá no. Quizá recibe ya instrucciones sobre lo que repartir. Porque yo miro a los que juegan al lado mía, a esos ''Héroes'' del mundo, y veo esa expresión de felicidad en sus rostros. Veo esa mirada segura y confiada del que ve sus cartas y sabe que va a ganar.

Y esa sensación me puede, y juego, juego para demostrarles que puedo ganar, que también yo puedo serlo todo. Pero por más que lucho y peleo, con la tozudez del que tiene mucho que ganar y poco que perder, al final se muestran las cartas y siempre pierdo.

Mentira. Una vez gané. No estaba tan claro que tuviera la mejor mano, pero gané. Y me dieron a elegir entre tres premios. Y aquí me arriesgué otra vez y cogí el más único, el más exclusivo, pero también el más peligroso.

Y al final perdí todo lo que había ganado. Me lo robó el que sobresalía de entre todos los ''Héroes''. De sonrisa chulesca y espesa barba, en su mirada se reflejaba el poder del mundo, la confianza del que lleva toda su vida ganando. Y se llevó lo que yo más quería, mi premio único. Lo consumió, y luego lo abandonó, porque ya no le importaba.

Y cuando encontré lo que había sido mío, tirado por el suelo y sucio, ya no era igual. Seguía siendo mi premio único, pero ahora era distinto, ya no era mío. Y huyó de mí, y mi yo ganador dejó de existir.

Me arrastré por el suelo buscando algo que aprovechar, algo que salvar, y solo me cayeron piedras. Y aún sigo desplomado, completamente hundido en el suelo, pero he vuelto a jugar. Siempre pierdo, pero sigo jugando, porque la gente de pelo oscuro, ojos negros y rostro blanco siguen gritando: ''No future''