La gente que llega hasta aquí
normalmente se hace dos preguntas, una bastante razonable y la otra un poco ingenua, la primera ¿por qué escribir?
Y esa es la pregunta ingenua. He
escrito desde que tengo memoria así que no sé ni por donde empezar a
responder. Digamos que siempre he tenido una voz dentro que deseaba
gritar cosas al cielo pero necesitaba un altavoz. Para mí escribir
es casi terapéutico. Se hace difícil a día de hoy expresar
sentimientos en público de manera sincera y auténtica, y en cierto
momento de mi vida me dí cuenta de que éste era el formato adecuado.
Verás que mis entradas son un poco agrias y un poco dulces,
agridulces como la vida misma. Escribir es vivir.
Por eso aquí habrá cosas con las que
estés de acuerdo y otras con las que no. Verás contradicciones,
te lo adelanto. Aquí simplemente hablo sin orden, sin filtro, porque
soy de los que piensan que las cosas pasan, pero primero te
atropellan.
Aquí descanso, aquí deshago todos los
nudos que se me hacen en el estómago, aunque los del cerebro
también. Aquí hay muchos pero que muchos sentimientos
inmaduros, ovillos sin deshacer, líos mentales de una noche
depresiva y euforias del inicio de una relación. También rayadas
existenciales que aburrirían a cualquier grupo de amigos en la
sobremesa del café.
En realidad, al pensarlo, creo que es
bastante íntimo. Y de ahí viene vuestra verdadera pregunta:
¿Por qué publicarlo?
Yo también me
hice esta pregunta durante muchos años, y la mayoría de las veces
fui incapaz de encontrar una respuesta convincente. Digamos que es una de las razones por las que hay un bache de cuatro años sin entradas. Solo con la edad
acabé encontrando la respuesta que buscaba. Me dí cuenta de que una de las cosas más bellas que tenemos las personas es la capacidad de compartir,
no me importa desnudarme de esta manera porque pienso que en el fondo
todos pasamos por cosas parecidas.
Y no hay mejor sensación que la de sentirse comprendido.