Bitácora

11 de enero de 2015

Pero una vez gané

Las cartas se reparten, y vuelvo a perder. ¿Quién será ese desagradecido, desalmado crupier? Yo creo que primero mira la cara del jugador, y luego reparte. Primero lo inspecciona, estudia su alma, y luego reparte.


O quizá no. Quizá recibe ya instrucciones sobre lo que repartir. Porque yo miro a los que juegan al lado mía, a esos ''Héroes'' del mundo, y veo esa expresión de felicidad en sus rostros. Veo esa mirada segura y confiada del que ve sus cartas y sabe que va a ganar.

Y esa sensación me puede, y juego, juego para demostrarles que puedo ganar, que también yo puedo serlo todo. Pero por más que lucho y peleo, con la tozudez del que tiene mucho que ganar y poco que perder, al final se muestran las cartas y siempre pierdo.

Mentira. Una vez gané. No estaba tan claro que tuviera la mejor mano, pero gané. Y me dieron a elegir entre tres premios. Y aquí me arriesgué otra vez y cogí el más único, el más exclusivo, pero también el más peligroso.

Y al final perdí todo lo que había ganado. Me lo robó el que sobresalía de entre todos los ''Héroes''. De sonrisa chulesca y espesa barba, en su mirada se reflejaba el poder del mundo, la confianza del que lleva toda su vida ganando. Y se llevó lo que yo más quería, mi premio único. Lo consumió, y luego lo abandonó, porque ya no le importaba.

Y cuando encontré lo que había sido mío, tirado por el suelo y sucio, ya no era igual. Seguía siendo mi premio único, pero ahora era distinto, ya no era mío. Y huyó de mí, y mi yo ganador dejó de existir.

Me arrastré por el suelo buscando algo que aprovechar, algo que salvar, y solo me cayeron piedras. Y aún sigo desplomado, completamente hundido en el suelo, pero he vuelto a jugar. Siempre pierdo, pero sigo jugando, porque la gente de pelo oscuro, ojos negros y rostro blanco siguen gritando: ''No future''