Bitácora

19 de noviembre de 2014

Palabras de poca esperanza, para un desesperado

Y el aprendiz se dirigió al maestro y al fin le confesó esos miedos extraños e intrínsecos, de esos que se intentan ignorar, a los que se les resta importancia. Esos miedos que nadie entiende, que nadie respeta. Esos miedos que nunca se cuentan:
-Pero qué triste es vivir cuando no se vive, qué triste es el tener la consciencia de que uno una vez brilló, y de que ahora no queda nada, de que uno se dejó destruir. Qué triste es ver la puerta entreabierta y no poder abrirla. Que triste es que los dioses nos hicieran depender unos de otros, y que solo le dieran a algunos la fuerza de luchar contra los demás. ¿Cómo se vive, maestro, sabiendo la verdad?
-Tu historia no es la de un iluminado que ha descubierto la verdad. Tu historia es la de una mujer, un caballero de espesa barba y un diamante en bruto que dejó de brillar antes de tiempo. La pérdida del placer siempre trae sufrimiento. Yo te lo advertí, pero los hombres son débiles frente a estos placeres mundanos.
-Pero no siempre es así. Porque hay hombres que se dejan llevar por estos placeres mundanos, hombres que viven siempre entre ellos, hombres que los gozan y que finalmente terminan siendo poseídos por ellos. Estos hombres tienen todo lo que yo no tengo.
-Pero tú tienes todo lo que ellos no tienen. Tú tienes la verdadera consciencia de lo que es la felicidad, pues nunca se valora lo que se tiene. Los que tienen el placer a menudo se lamentan porque son cortos de miras, simples e insulsos, y les falta tu entendimiento.
-Pero los felices son ellos, no yo.
-Para que haya victoriosos tiene que haber perdedores.
-Qué sencillo es decir eso cuando se es de los victoriosos.
-Tú ya brillaste una vez. Brillaste por poco tiempo, pero tu luz ya se apagó y ahora brillan otros. Ahora solo te queda la vieja esperanza de desear un futuro mejor. Refúgiate en tu juventud, regocíjate cuando veas a esos viejos tristes y deprimidos que ven cerca el final del camino y que aún no han brillado. Envidia a esos a los que llamas triunfadores, a esos que tienen todo lo que tú no tienes, y aprovecha esas ventajas que tienes contra ellos, ese entendimiento y esa lucidez, que quizá algún día te saquen de ese agujero en el que te has metido.
-Decirle que espere al que sufre, es como darle amistad al que busca amor.
-A veces, el amante, a base de amistad olvida el amor.
-Tu consejo es que espere el amor, o que aprenda a vivir sin amar.
-Palabras de poca esperanza, para un desesperado.